top of page

La dualidad humana: Entre la resiliencia y el conflicto

Foto del escritor: Oriol MargalefOriol Margalef

El ser humano es una paradoja viviente, capaz de actos de amor y solidaridad que inspiran, pero también de generar conflictos y divisiones devastadoras.


La dualidad humana

Estudiar el género humano es adentrarse en las complejidades de una especie que reúne lo más admirable y lo más oscuro de la naturaleza. Por un lado, destacamos por nuestra resiliencia, esa habilidad para superar adversidades y reconstruirnos. Por otro, somos capaces de generar conflictos y odio que destruyen vidas y dividen sociedades.


Un ejemplo reciente de nuestra capacidad para sobreponernos es la DANA que azotó Valencia, un desastre natural que marcó un antes y un después en la historia reciente de España. Las imágenes de destrucción y desesperación fueron impactantes: miles de personas lo perdieron todo, desde seres queridos hasta sus hogares y pertenencias. Pero lo más “relevante” no fue el desastre en sí, sino la respuesta humana. Las poblaciones afectadas, lejos de quedarse paralizadas por el dolor, comenzaron a trabajar juntas para reconstruir sus pueblos.


Además, la sociedad española demostró una solidaridad inmensa. Personas de diferentes partes del país acudieron a ayudar, ya sea con donaciones o participando directamente en la limpieza y reconstrucción. Ese esfuerzo colectivo muestra el lado más admirable del ser humano: su capacidad para levantarse, incluso en los momentos más oscuros, y demostrar una fortaleza que inspira.


Sin embargo, esa misma humanidad también tiene una cara oscura. La guerra en Ucrania es un claro ejemplo de cómo los conflictos generados por divisiones políticas, ideológicas o religiosas pueden destruir sociedades enteras. Este enfrentamiento no solo ha causado sufrimiento y muerte en el campo de batalla, sino que ha extendido el odio hacia civiles inocentes.


Tanto ucranianos como rusos han sido víctimas de prejuicios y discriminación, pese a no tener ninguna culpa en las decisiones de sus gobiernos. Este odio innecesario ha separado a pueblos que, en otras circunstancias, podrían convivir en paz.


El ser humano es así: capaz de amar y odiar al mismo tiempo. Esa contradicción nos desafía a elegir qué lado queremos escoger para construir el mundo en el que queremos vivir.

bottom of page